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lunes, 18 de octubre de 2010

la última coca


En el ensayo de Adorno y Horkheimer, se plantea como tema el que los medios de comunicación aíslan. ¿Por qué?, ¿acaso los medios masivos no nos unen, acercan informándonos? Parece que para ellos dos, NO. Escrito durante la segunda guerra mundial, la dialéctica del iluminismo expone en suma la problemática del hombre postmoderno. Un mundo atiborrado de homogeneidad, con una necesidad voraz por diferenciarse, con la ayuda de subhomogeneidades distintas entre sí. Así la cultura de masa de la mano del desarrollo tecnológico, han hecho sucumbir al sujeto en una ‘montaña rusa’ de la que no puede escapar y ni si quiera la posibilidad de plantear una alternativa diferente.

En esa somnolencia, el sujeto juega el juego que se le ha impuesto. Como fin último de esta existencia, el comprar cosas ha sido ‘la última coca-cola del desierto’… y la ‘reclame’ un perfecto reloj hipnotizador. Allí la tecnología y sus productos han planteado las reglas poniendo los fines y los hombres el cuerpo, el tiempo, el alma.  Una gran masa loca, vive sus últimos días frente a un aparato eléctrico, mientras la vida misma se desperdicia puertas afuera; “por suerte los medios masivos logran rescatar lo más importante del mundo entero, para servírnoslo en la tele, en la comodidad de nuestro hogar”. Así cada uno está en su casa, mirando lo que le toca ver, del modo en que le es obligado y en las cantidades que otros han decidido previamente. Pero nadie sabe quién es el sujeto que vive frente a su propia casa, o cómo se siente estar en medio de un rio caudaloso, o bailar bajo la lluvia cantando desenfrenadamente una canción liberadora; entre las otras miles de millones de cosas que pasan en la vida real.

Todos ven lo mismo, pero no saben nada de nadie, pues cada sillón o cama, permite posar por horas a cada uno de nosotros sin queja alguna. Mientras por internet a través de Messenger, blackberry y todos estos bienes inútiles, se nos vende la idea de estar al día con el mundo, de vivir comunicados entre sí con todos, a toda hora y desde cualquier lugar del mundo. Todos felices sin poder tocarnos, olernos, sentirnos.  Solo sabemos lo que nos es dicho, haciéndonos hablar de lo que allí (los medios masivos) nos es dicho que es permitido discutir, cuestionar, pensar o soñar.

Así: asilamiento por comunicación.

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