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lunes, 7 de junio de 2010

vendedora de rosas


La vendedora de rosas.

Es una flor en un gran jardín repletico de flores. Unas súper bonitas, otras más bien con negras almas y otras ya marchitas. A la luz de la actualidad, solo queremos, o podemos ver lo que esa flor muestra en su primera cara, su superficie. A pesar de eso y por suerte, tiene más capas que podemos llegar a explorar, capas de historia, de vida, de realidades.


Ese jardín. (Silencio)…


¡Qué jardín tan bonito! Ojalá algún día supere sus penas, exhorte los rencores, odios y envidias, y se perdone con un ramilletico de flores -recién cortaditas todas -y de una exorcizada ni la verraca (macha, cojonuda,).


Ahora, nosotros solo podemos ver esta flor. Por suerte muestra una realidad de sus flores más cercanas, réplicas de otras partes del propio jardín, tal vez y seguramente de jardines de otros vecindarios. Esta es una flor rebonita, nacida de una semilla excluida de la selección especial, más bien con un azaroso germinar, doloroso, desamparado del amor, una semilla rechazada por la calidez de una cena diaria, juzgada por el agua misma, no reconocida por la tierra que le dío el nacer.


Nace – germina, a pesar de causas de un mundo adverso y severamente hostil. Acunada en las esferas del poder mafioso de la calle, del barrio marginal, el de la ‘pobreza de cada día’, nacida excluida y agitada por la violencia, el irrespeto, la necesidad básica insatisfecha, el abuso, la indiferencia, las ausencias y el desamparo total. – en la casa, barrio, tierra, de nadie-


Cada quien piense lo que se le dé la regalada gana, sobre este bonito jardín. El que sienta que tiene derecho a juzgarlo y/o a cualquiera de sus flores, primero pregúntese a si mismo que generó esa ‘primer’ capa que nos muestra cada flor:

¿La historia de ese jardín la conozco?

¿Quiénes y cómo son sus dirigentes?

¿Cómo viven y por qué se vive así?

¿Por qué juzgo?

¿Mi jardín es tan perfecto que TENGO EL DERECHO de JUZGAR a otros?

¿Soy parte del vulgo ignorante por derecho, o tengo la capacidad de SENTIR al otro, así esté lejos y lograr COMPRENDERLO?

¿Por qué vendía rosas y no las comunes de cementerio?

Aún vivimos a viva voz del discurso religioso solapado y mentiroso, instaurado culturalmente. Profesamos el respeto y somos semilla de mentira, envidia, odio y demás virtudes del pueblo europeo. Esta América es ahora una extensión de esa Europa, puesto que las almas de las integrantes de los pueblos originarios del mayor genocidio del mundo, les fue negado el derecho a vivir y exponer otro modo de vida al mundo. Ahora esta idiosincrasia blanca de corazón negro, revela sus consecuencias por décadas, y centenarios: por eso de una u otra manera y de modo más o menos parecido a ‘Mónica’, todos vendemos flores.


Soy otra flor de ese jardín tan bonito. Soy y seré hasta que me lleven cargado patas delante.

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