Días después de la muerte de Mariano Ferreira, entraba a la clase práctica de Taller de expresión I. Llegaba unos minutos tarde y la profesora Claudia me hizo referencia sobre el saludar. Entonces estando parado hice el gesto típico que hacen los actores al finalizar una función. “Saludé a mis compañeros”…
Con intención de ser gracioso y sin notar una respuesta que correspondiera a ello, noté contrariamente más bien, una gélida presencia en el recinto. Para mí era un martes primaveral, de esos que confirman realmente que el invierno se ha marchado; por tal motivo radiaba de alegría pues el invierno lo padezco a más no poder. Así que al sentarme y ver que algo sucedía, pese a no entender muy bien de que se trataba, tuve la necesidad de escuchar la conversación que se venía dando.
Pablo es trabajador ferroviario y al parecer había comentado –antes de yo llegar- que el asesinato lo sentía “como si hubiese sido en el patio trasero de casa”. Claudia sacaba a colación esta frase para referirse a que esto no solo se podía estar generando en el ámbito ferroviario, sino que en otros espacios y circuitos también. Ahí dije: ¡CHAN! . Caía en razón del por qué habitaba un ambiente sentido, mientras me hacía el gracioso.
En este punto intenté mirar, como actor que soy, las actitudes de toda la clase y en ellas lograr entrever lo que pudiese estar pasándoles a cada uno. Vi generalizadamente un sentimiento de luto, un momento sentido. Y yo indiferente pese a reconocer la muerte de mariano. Entonces mi historia personal en Colombia llegó a mi mente a contrastarse con este momento y situación (la del asesinato). Comprendí que había vivido durante años de manera insensible respecto a la guerra, con sus miles de muertes, mientras una parte de la sociedad Argentina estaba lamentando un solo asesinato. En clase ese día se definieron los temas a trabajar y de allí elegí este.
Al escribir sucedieron muchas cosas como reabrir fechas, momentos e historias que no recordaba. Hacer un recuento con su respectiva contextualización y en llave con mi vivencia personal en ese momento. Todo ello me llevó a visualizar, comprender, magnificar mi historia y los hechos como desarrollo histórico. Ello me llevó por momentos a sentir culpa, a llorar, al enojo, a excusarme y de alguna manera a pedir perdón. A la vez comprender un poco más la realidad de donde vengo y que me constituye.
Concretamente al escribir habían varias dificultades (más las personales ya mencionadas), pues debía estar jugado desde un estilo ensayístico (Swift-Negroni), sumándole la postura y resolución personal. Por momentos sentía que debía pelear conmigo mismo, entonces me excusé y busqué la manera de encontrar los argumentos obvios para demostrar que mi ‘indiferencia’ no era una decisión personal. En otros momentos culpabilicé al estado, a la elite, y a las generaciones adultas de la sociedad en general. Al final comprendí que era en parte todo, incluyéndome…
Fue un proceso doble: el ensayo mismo y mi sentir-razón (postura-estructura de vida).
Luego de las anotaciones intenté la primer parte jugarla a modo de swift, pues allí estarían puestos irónicamente los hechos, reflejando y acusando mi indiferencia y la de todos. Luego al reconocer la muerte, se da un cambio y ahí se acerca al tono de Negroni, volviendo más ‘humano’ (como analogía) al proceso de aceptación y “reconocimiento”.
Hola Guillermo,
ResponderEliminarMuy interesante tu proceso de escritura! Ayuda a contextualizar el texto.
Saludos,
Emilia